domingo, 3 de junio de 2012

EL GATO DE LA PARADA


El gato está siempre en la parada del autobús cuando llega allí JM sobre las siete y media de la mañana. Tiene media pelambrera de un color cobrizo como si se le hubiera chamuscado, y permanece inmóvil o relamiéndose ajeno a la gente que pasa justo a su lado. No parece tener miedo, y alguien le deja comida y agua todos los días; aunque no es un gato doméstico, sino otro de los gatos que pueblan, sinuosos, el Campo del Sur. Se queda cabizbajo, atento tal vez a las palomas que pasean torpemente cerca de él, como si no le importara, tal que si les perdonara la vida, eximiéndose de su instinto de cazador, más cercano, en su quietud -y tal vez enfermedad-, a la contemplación conmiserativa de los afanes diarios,  incomprensibles para él, de los fugaces viajeros.


2 comentarios:

  1. Hola Quequita, ¡¡que penita me dan los animales abandonados!! Siempre me entran ganas de traérmelos para mi casa, pero si llego a hacer caso a mi sensibilísimo hoy tendría en vez de casa una nueva y enoooorme arca de Noé... ay.
    ¡¡Y una guardería grandíííísima, porque ver niños en la calle me mata!! Que suerte tienes de ser una perrita feliz y sin preocupaciones.

    Besitos.

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  2. Tienes un corazón muy grande, Campoazul; en cuanto a lo de mi felicidad, cada día tiene su afán... ladrar constantemente a los desconocidos, seguir cualquier rastro de comida, etc.
    Besitos.

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