Estuvo JM con L. y familia en Medina Sidonia hace poco, y se enfrentaron al eterno debate, ¿dónde ir a comer? Pasaron por la puerta de un restaurante, pero no les acabó de convencer el maître.
Así que siguieron andando, y aunque alguien les dijo que "¡allí no hay comíaaa!" se pararon ante Casa Simón ante el embriagador olor que salía de un magno perol de carne al toro. No se lo pensaron dos veces, y tras reservar mesa, y patearse otra vez el pueblo, acabaron sentados ante los platos, que se "jincaron" sin rechistar. ¡Así cualquiera! Guau.
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