Pechá de crêpes que se dio JM en Nantes. Ya se sabe, crêpes salées para comer, y sucrées de postre, todo ello regado de sidra betrona, ante la que palidece la asturiana. Lo único raro fue las toilettes de las crêperies; en una le dieron una llave para que subiera a un primer piso accesible desde una puerta del local que daba al zaguán del edificio, donde estaba el servicio que tenía una especie de lavabo-abrevadero que funcionaba a pedales; y en otra, tuvo que salir del local para ir a un patio anexo donde estaba el servicio, ya viejo cuando a Verne aprendió a controlar el esfínter. Color local. Guau.
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