Veo la vida pasar por el visillo, como las viejas (aunque a diferencia de ellas por la parte de abajo), y me gusta asustar a la gente que pasa bajo la ventana, ladrando repentinamente como las locas, y poniéndome cual león rampante; veo la vida pasar, sí, pero yo no dejo de ladrarle. Guau.
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