La casa de JM estaba en plena agitación; L andaba toda ajetreada arreglando la casa, y JM iba y venía trayendo mandados. Pleno carnaval. Se esperaba visita. ¿De quién? Por mucho que olfateaba, no tenía nada claro. Finalmente, atronó el timbre, y se abrió la puerta, para mi pasmo, aparecieron tres cocineros, vestidos como el famoso Chicote de la tele, seguidos de un séquito de admiradores, que parecían más sedientos que hambrientos, vistas las botellas que traían. Fueron sin más preámbulos, a la terraza, y allí en vez de ponerse a hacer una barbacoa (como a mí me hubiera gustado), se pusieron a cantar.
Al caérsele a uno el gorro, creí reconocer a un hermano de L., pero no me hagáis mucho caso.
Resulta que estos cocineros formaban una chirigota callejera, que a pesar de todo traían su carta, y que parecían muy limpios.
Parecían también admiradores de un chef, aunque no me suena de los programas de la tele.
En fin, la mesa de la terraza la llenaron de cosas para picar, y se trajeron la princess (esa sí que es buena y no la Letizia ni la Diana) para hacer filetitos a la plancha. Los cocineros, quizás prudentes, no hicieron comentarios sobre el servicio que quizás fue esmerado, pues no lo sé ya que me quitaron de enmedio entonces pues a una de las invitadas le daban miedo mis ladridos (¡pobrecita!). Es mi cruz... Guau.
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