JM y L han estado unos días en Salamanca (que debe de ser un lugar de perdición por lo que vais a ver), y a su vuelta me he puesto a curiosear entre las fotos que ha hecho JM, no buscando ni monumentos ni estampas típicas (ya me conocéis), sino fotos de comida. Y he encontrado ésta que casi me tira de la silla. Escuchando, además, a JM hablar con V me he enterado ¡ay! de toda la historia. Un guía de la ciudad, Antonio, les recomendó a JM y L ir a un restaurante llamado Casa Roque, donde comieron, entre otras viandas, ese plato que veis en la foto, llamado callos (y que por aquí llaman menudo), y por el que habían dado al restaurante un premio.
Yo no sé si esto provocará gases, pero a mí no me importaría salir escopetada hasta el techo, con tal de probar ese carne tan tierna y fresca, y que esa salsita tan delicada y deliciosa me resbalara por la gargantita, mientras ladeo la cabeza mordisqueando esa gloria pura. Me miseram! guau.
Hola Quequi, jolín pude haberte hecho la visita de noche antes de cenar, que a esta horas solo me apetece café y tostadas. Qué pena que no te han llevado a Salamanca con lo rechula que es, oye que tienes que imponerte un poco más, que eso de que te dejen en casa y después te enseñen las fotos y se pongan a hablar delate tuyo sabiendo que entiendes todo...( ¿y ellos saben les entiendes?), pues es un poquito cruel, ¡pobrecita!.
ResponderEliminarBesitos.
¡Ay, querida Campoazul, estos humanos que me rodean carecen de delicadeza, y sutileza, y piensan que como no hablo aunque comprenda, no sufro, pero llevo lo mío por dentro ¡ay, quién pudiera probar los callitos!
ResponderEliminarBesitos.