Ayer con el Carnaval chiquito terminó esta fiesta que se ha prolongado en Cádiz por tres fines de semana. Echaré de menos los cascos de botellas, las bolsas por el suelo y esa mezcla indefinible de olores de orínes humanos y caninos unidos a los de los más variados licores y bebidas alcohólicas que han regalado mi olfato estos días. Las lluvias, eso sí, han hecho su presencia hasta el final, pero algunos estaban tan borrachos que casi ni se han dado cuenta. Que no sentían, ni padecían, vamos. Y es que en Cádiz hay que mamar, como le escuché decir a unos pollos de tamaño humano que se tambaleaban sobre dos patas. Platón decía que el hombre es un bípedo implume, y cuentan que un filósofo cínico le trajo un pollo desplumando y dijo: "éste es el hombre de Platón". Yo, en todo caso, no estaría muy segura de qué eran esos seres, aunque hablaran como los humanos. Algunos tenían una voz aguardentosa que parece siempre la misma en los que la poseen, y me hace preguntarme cuánto tiempo y alcohol se necesita para amasarse así las cuerdas vocales. Nulla dies sine vino, o algo así, diría JM. Al carnaval viene gente famosa; le escuché a L. que vio a David Meca (o a su sosias) vestido con su traje de neopreno e incluso con las marcas en la cara de las gafas de sol paseándose por Cádiz. Con la lluvia pienso que puede entenderse lo del traje. Al parecer, la gente lo cogió por alto y se lo pasaban de mano en mano como una estrella del rock, e incluso le pidieron que se tocara como Michael Jackson. Dice L. que entonces un gay que pasaba de casualidad por allí (ya se sabe que en Cádiz no hay), se desmayó y que hubo que darle aire. En fin, L. triunfó con su chirigota y tó er mundo, que dirían, iba cantando por la calle su estribillo "Ay, qué pena me da (bis) / no tengo la gripe A (bis)". Estos humanos... espero que ahora no me dejen solita tanto tiempo.
Yo, Quequi, no quepo en mí de gozo; tengo dos nuevos seguidores, Campoazul, que tiene silueta de Ángel de Charlie, y José Luis Valladares, de Asturias. ¡Bienvenidos, amigos! Guau.
¡Ya he vuelto! Oye que me reí un montón con tu descripción del carnaval, pero ya se sabe que los humanos a veces nos comportamos rarito. Que me quedé sorprendida que no hubiera gays en Cádiz..., jo, pues el que había ido de casualidad fijo no ligó nada. ¡Oye que yo pensé que tu no te fijabas en las siluetas de las chicas...! pillín!!!.
ResponderEliminarEs que soy muy observadora de los humanos. Guau.
ResponderEliminarUf, así explicado no apetece mucho, Quequi, lo del Carnaval. Será la edad o que lo que describes se parece mucho a un botellón a lo burro, a lo grande.
ResponderEliminarOlimpia es que está durmiendo ahora, por eso no comenta esta vez.
Hay muchos humanos a los que les gusta ese barullo, y como yo no lo entiendo, prefiero la tranquilidad del sofá de mi amo. Un cariñoso guau.
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