Ayer, cuando me sacó de paseo JM, me puse a escuchar a dos humanos con pinta de estudiantes. Se quejaban de sus notas y del profesor, y uno decía que el docente era un perro; el otro le daba la razón, pues eran sólo los perros -decía- los que medraban y tenían éxito. Esto me llenó de orgullo, pues pensé en las virtudes sobresalientes de mi especie: valentía, arrojo, y gran capacidad para ladrar. Hasta ahí bien, pero, acto seguido, el primero de los estudiantes en hablar dijo algo que me desconcertó: Afirmó que iba a emplear con el profesor un "paradigma canino", y que le iba a hacer la pelota. Desconcertada, pensé en mí misma; es verdad que cuando quiero llamar la atención de alguien que me gusta me tumbo en el suelo bocarriba para que me acaricie la barriga; ahora bien, por más que me esforzaba, no conseguía imaginarme al estudiante de marras tirándose al suelo del despacho del profesor patas arriba para que éste le rascara la tripa. ¡Qué raros son estos humanos! Por muchos aires que se den poniéndote una correa, siempre acaban comparándose con nosotros. Dog power.
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Interesante paseo Quequi, la verdad que desde que leí tu entrada no consigo sacarme la imagen de la cabeza el estudiante tumbado en el despacho del profesor para que le rasque la barriguita... :) no..., es que no puedo pensar en otra cosa. jajajaja
ResponderEliminarBesitos, Campoazul.
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