martes, 30 de marzo de 2010

CAMUFLAJE






Estoy intentando camuflarme en la funda del sofá ¿me veis todavía? Siempre que hago alguna travesura me suele esconder debajo de alguna cama, pero estoy investigando nuevos métodos de escaqueo. Sí, habeis leído bien, muy de vez en cuando, organizo alguna trastada, pero creo que es cosa del instinto, que me puede. Recordaré alguna de las más memorables: Una vez, O., el hermano menor de JM, estaba a punto de comerse uno de esos impresionantes filetes con patatas y salsita en vino que le prepara su madre V. Yo sufría como fan quinceañera ante las proximidades de algún Bisbal, pues sabía que, como siempre, no iba a darme nada, e iba a hacerme rabiar diciéndome eso de "¡Humm, qué bueno está, quequi!". Entonces llamaron a la puerta, y O. se levantó a abrir dejando, fatalmente para él, la silla algo despegada de la mesa. Lo vi todo rojo, como se dice, y antes de que yo misma pudiera darme cuenta, me vi encaramada en la mesa bebiéndome casi los filetes, y algunas patatas en el trayecto. Cuando lo sentí de vuelta, salté rápido hacia el dormitorio, donde me escondí debajo de la cama. Creo que los gritos debieron oírse en Sebastopol, y me pusieron de todo menos de bonita. Ahí escondida estuve casi todo el día, pero ¡ay! al final tuve que salir, y la tanda de cates en el culo no fue pequeña (aparte de merecida, lo reconozco); en otra ocasión, me monté en la cama de A., la hija de L., que también me hace rabiar a veces (¿Por qué ella tiene cama y yo no?) quitándome cosas, y le dejé unas "gotitas", no precisamente de perfume. En este caso, los gritos subieron varias octavas, y me atrincheré bajo otra cama esperando que se calmaran los ánimos. Bueno, debo deciros que entonces era más niña y más loca, y ahora no haría esas cosas malas (pero por si acaso sigo practicando con el camuflaje). Guau.

sábado, 27 de marzo de 2010

VECINOS





He llegado a la conclusión de que los que JM llama "vecinos" son una subespecie dentro de los humanos. Son seres que, aunque tienen las mismas características exteriores que mi amo, son distintos a él. Son, por ejemplo, gente ruidosa, y que hablan con ese mismo tono destemplado y estridente a cualquier hora del día y de la noche, como si no tuvieran noción del tiempo y la urbanidad ¿Será algún defecto genético? Yo, perra, sé que no debo ladrar por la noche, y me limito a gruñir un poquito si siento pasar cerca a uno de esos vecinos trasnochadores. JM, por el contrario, modula su voz y la baja y la sube a voluntad (como yo con mis ladridos), e incluso la adapta para canturrear (cosa que por más que intento, no consigo, como eso de silbar, pero por algo soy una perra ¿no?). Otra característica de los vecinos es lo que llamaríamos el "doble lenguaje" (no sé si ésta expresión es muy adecuada; voy incorporando a mi vocabulario perruno las expresiones que voy oyendo), o dicho al modo de L., que son unos "falsos". Un ejemplo: hay un vecino de JM, que se pone a "despellejar" a otros vecinos. Pues bien, L. estaba un día muy enfadada porque había escuchado a este menda en el patio criticarla a ella y a JM ante los otros vecinos que a su vez éste ponía como los trapos delante de nosotros. Se lo contó a JM cuando llegó, pero éste, en vez de enfadarse, le dijo que ese "gachó" era un falso de chiste de Gila. Se acabaron riendo los dos, y decidieron no darle más "confianza".


También los niños de estos vecinos son particularmente alborotadores, e incluso mis congéneres que viven con ellos son particularmente "acosadores". Una de estas vecinas tiene un Yorkshire que es un auténtico semental, al que esta señora le saca una pasta echándolo con otras perras. Resulta que este sátiro, este atleta sexual japonés que diría Vázquez Montalbán, se fijó en mí y se me abalanzaba, con esos ojitos negros y brillantes como canicas, cuando llegaba yo al patio con JM. No me dejó tranquila hasta que no hice ademán de morderle en el cuello ¡Ya veis qué vida más ajetreada! Guau.

miércoles, 24 de marzo de 2010

DE PASEO





La primavera se despereza, parece que un poco a su pesar y a trompicones, tras este invierno tan lluvioso y plomizo que ha reducido mi número de paseos y ha aumentado mis veladas de sofá y televisión con V., o de sofá y música y libros con JM; sea como sea, el sofá que no me lo quiten, es una constante. Supongo que la perra de Freud tendría un diván, pero a mí me va el sofá... bueno, no es eso de lo que quería hablar hoy, sino de un largo paseo que me dio JM este sábado, que hacía un sol aceptable. Él es, por otra parte, el único que me saca a pasear pues los demás más bien pasan de mí. V. se queja de que me hago las cositas en su casa cuando estoy allí, ¡pero es que no me sacan! sólo JM una vez cuando va a verla todos los días. A los humanos no hay quien los entienda...


Bien, como decía, hacía un bonito día; las gaviotas se dejaban llevar por el fuerte viento mientras pescaban en el mar, y algunos humanos se paseaban por el Campo del Sur desafiando el levante. Noto a veces cuando algún humano es infeliz por su manera de andar y su semblante, es decir, cuando andan como autómatas y miran sin ver con una cara enfurruñada... ¡Hay tanta gente así! No se ve que disfruten del paseo, aunque vayan en chandal. Me pregunto qué cara pondría esta gente si además tuviera que llevar una correa como yo, y soportar tirones, y no poder ir por donde una quiere.


JM se paró delante de la oficina cerrada de un banco, y me dejó olisquear a mis anchas, que es lo que me gusta. En la puerta ponía: "oficina cerrada de modo indefinido" ¿Por qué parece que los humanos tienen miedo a decir "para siempre"? Yo sí tengo conciencia de que hay cosas que terminan para siempre, y eso que soy un ser inferior... Tomé un poquito el sol, y reconocí las huellas de viejos y nuevos congéneres, por lo que deduzco que hay nuevos perros en el vecindario... Seguiré investigando. Guau.

martes, 16 de marzo de 2010

¡QUE NO ME QUITEN LO QUE ES MÍO!

Aquí me veis en plan agresivo y en tonos ácidos, como si saliera de un cuadro de los Costus. En una entrada anterior hablé de uno de mis pecaditos: la gula. He de confesar que, como cualquier perra de vecina, tengo otros, entre ellos la ira. (¡Con esos pelados que me dan no es para menos, quizás direis!) Ésta se adueña de mí sobre todo cuando agarro algo, y me lo quieren quitar. He de reconocer que soy bastante posesiva, y me gusta coger cositas: me encantan los paquetes de kleenex, así tan brillantes y las cosas de colorines que puedo trincar entre los dientes ¡Quien esté libre de pecado que me tire la primera galleta! o algo así... Cojo, pues, estos tesoritos y los escondo debajo de una cama o de un mueble. L., la compañera de JM, me pregunta irónica si estoy reuniendo el ajuar. La verdad es que no sé por qué me critican, pues si hay seres posesivos esos son los humanos; incluso he observado que definen sus relaciones entre ellos en muchas ocasiones por lo que poseen: assum habeas, assum ualeas, que diría JM en algún momento tonto, "tanto tienes, tanto vales". Muchas veces los humanos son lo que tienen, aunque algunos de ellos, llamados "filósofos", hablan de ser en vez de tener, y si pierden lo que tienen se sienten peor que nada. Eso me resulta incomprensible a mí, que me conformo con cualquier cosa que siso, aunque sea un calcetín para la colada; en fin, será que me estoy volviendo epicúrea...
Ahora que me dejan solita a menudo, estoy explorando las posibilidades del blog, y he aprendido a crear una lista con los blogs de mis amigos ¡Espero que os guste! Guau.



jueves, 11 de marzo de 2010

EN LA CONSULTA DEL VETERINARIO





Llegó el día tan temido: la visita al veterinario. JM y V. me metieron en un taxi, y fuimos a la clínica. En el vehículo tuve un pequeño ataque de ansiedad, y me puse a gemir, pues me acordé de las inyecciones de otras veces. Luego, me tranquilicé un poco al llegar. La humana que me supervisa le dijo a JM que había habido un error en la tarjeta que le enviaron, porque la revisión no me tocaba hasta noviembre con la inyección preceptiva. De todos modos, ya que estaba allí, JM le pidió que me mirara, y dijo que todo estaba OK. Dos días antes me había empezado el celo, y V. le dijo que eso era un fastidio. La veterinaria le replicó que se me podía operar, y V. dijo que me pondría gorda, y la otra contestó que ella tenía a sus perras operadas, y además delgaditas porque les hacía hacer ejercicio ¡No me gustaría a mí por nada del mundo ser perra de esta señora! Dijo que yo era una reina, y que hacía lo que me daba la gana... bueno, estos señores veterinarios a veces me resultan un poco incomprensibles, y no sé si se lo da el oficio, o es algo de carácter... sea como sea, cuanto más lejos mejor. Guau.

sábado, 6 de marzo de 2010

PEDIR Y COMER






Soy muy glotona y siempre quiero echarme algo al buche, aunque me veais delgadita. Cuando se ponen a comer los humanos de la casa, les hago un baile a dos patas como los antiguos osos del circo para animarles a que me den algo. Pero llegado el momento me canso de la incómoda postura bípeda, y me apoyo con una patita en la pared con cara de ansiedad y circunstancias. Me pone, ciertamente, muy nerviosa ver a los humanos a la mesa con sus cacharros de comida llamados "platos", y que ¡ay! son siempre más grandes que el mío, que encima es de plástico. Esos olores y esas sabrosas humaredas que brotan de los platos me marean de veras, y los ojeo como congénere de presa -últimamente he visto en algunos blogs y comentarios algunos humanos que hablan de ojear libros ¡craso error!, pero ¡ay! cuánto me cambiaría por alguno de ellos por estar a la mesa-.
Me gusta casi todo: pescado (sobre todo salmón y gallo), carne (pollo y pavo, pues las carnes rojas apenas se las dejan catar a JM, salvo cuando va a algunos antros de perdición llamados "restaurantes" donde no sé por qué no me dejan entrar, pues dice JM que hay un lugar llamado "Francia" -que debe ser Jauja en realidad-, donde dejan entrar a los perros en los restaurants y se quedan calladitos bajo la mesa, Vive la France!), verdura, arroz, patatas, gajos de naranja ... no me gusta ni el salchichón ni el salami, ni la comida de perros de lata, por supuesto.
L. y V. riñen a JM porque a veces me da alguna cosita ¡qué más les dará! Querrán que esté a dieta como JM. O., el hermano menor de JM, ha creado con unos compañeros una página web llamada Pedir y comer para hacer pedidos a los restaurantes desde tu casa. Debe estar bien porque le han dado un premio a la innovación empresarial en la Universidad de Cádiz. Sin embargo, cuando se sienta a la mesa en casa de V., yo le pido como veis en la foto e incluso emito gemidos lastimeros que conmoverían hasta a Atila ¡y él no me da casi nunca! Tendré que registrarme en su página web a ver si así me hace más caso...
Bueno, estoy muy contenta porque ya tengo 100 visitas ¡Muchas gracias amigos por pasaros por el blog de esta humilde -y hambrienta- perrita!

lunes, 1 de marzo de 2010

EL FIN DEL CARNAVAL



Ayer con el Carnaval chiquito terminó esta fiesta que se ha prolongado en Cádiz por tres fines de semana. Echaré de menos los cascos de botellas, las bolsas por el suelo y esa mezcla indefinible de olores de orínes humanos y caninos unidos a los de los más variados licores y bebidas alcohólicas que han regalado mi olfato estos días. Las lluvias, eso sí, han hecho su presencia hasta el final, pero algunos estaban tan borrachos que casi ni se han dado cuenta. Que no sentían, ni padecían, vamos. Y es que en Cádiz hay que mamar, como le escuché decir a unos pollos de tamaño humano que se tambaleaban sobre dos patas. Platón decía que el hombre es un bípedo implume, y cuentan que un filósofo cínico le trajo un pollo desplumando y dijo: "éste es el hombre de Platón". Yo, en todo caso, no estaría muy segura de qué eran esos seres, aunque hablaran como los humanos. Algunos tenían una voz aguardentosa que parece siempre la misma en los que la poseen, y me hace preguntarme cuánto tiempo y alcohol se necesita para amasarse así las cuerdas vocales. Nulla dies sine vino, o algo así, diría JM. Al carnaval viene gente famosa; le escuché a L. que vio a David Meca (o a su sosias) vestido con su traje de neopreno e incluso con las marcas en la cara de las gafas de sol paseándose por Cádiz. Con la lluvia pienso que puede entenderse lo del traje. Al parecer, la gente lo cogió por alto y se lo pasaban de mano en mano como una estrella del rock, e incluso le pidieron que se tocara como Michael Jackson. Dice L. que entonces un gay que pasaba de casualidad por allí (ya se sabe que en Cádiz no hay), se desmayó y que hubo que darle aire. En fin, L. triunfó con su chirigota y tó er mundo, que dirían, iba cantando por la calle su estribillo "Ay, qué pena me da (bis) / no tengo la gripe A (bis)". Estos humanos... espero que ahora no me dejen solita tanto tiempo.
Yo, Quequi, no quepo en mí de gozo; tengo dos nuevos seguidores, Campoazul, que tiene silueta de Ángel de Charlie, y José Luis Valladares, de Asturias. ¡Bienvenidos, amigos! Guau.